Salen las flores, los campos se inundan de color, el sol alumbra nuestro rostro, los días se alargan...
Llega la alegría de esta época, y con ella, mi Blythe y yo hemos decidido salir a celebrarlo.

Los fines de semana suelo escaparme a mi pueblo natal, Colmenar. A 600 metros de altitud, rodeado de montañas y a tan sólo 25 minutos de Málaga capital, está rodeado de la más bella naturaleza, donde abundan olivos, almendros, preciosas flores y un agradable aire fresco...


No es que no me guste la ciudad, ni que huya de ella, pero me gusta estar en contacto con el sitio del que provengo. Por ello me siento bien cada vez que voy, es como volver al pasado y recordar toda la infancia que allí viví. Sin olvidar, ver a las personas que más quiero.


Así que como no podía ser de otra manera, tenía que compartir todo esto con mi amiga, mi compañera de fatigas, mi Blythe. Es la segunda vez que visita mi municipio y parece ¡que le encanta!.
Equipada con ropa de abrigo y botas Ugg, me la llevé a observar las mejores y más bonitas vistas desde mi terraza.

Hoy me he dado cuenta de que una Blythe no es una simple muñeca, es como un objeto muy valioso y con el que te sientes en la obligación de no abandonar nunca, es como una amiga... Nunca te pide nada a cambio, y sientes que siempre está ahí. Por ello esta entrada va dedicada a todo@s los que tenéis alguna mascota u objeto personal muy querido y que no cambiaríais por nada del mundo! Hay gente que tiene como algo valioso una prenda, un mueble del salón, e incluso unos zapatos que aunque estén viejos siempre los preferirán guardar... ya sabemos que hay gente que no nos comprende, pero nosotros siempre estaremos ahí para explicar ese amor incondicional que sentimos...

Esta es la última Blythe que conseguí, me la regalaron la semana pasada y era la que mas deseaba de todas! y la más cara... La verdad es que me encanta porque se parece bastante a mi.